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Ciencia y voluntad, la mejor solución

Redacción

 

El doctor Daniel Pauly analiza el papel de las diferentes civilizaciones en su relación con los peces y señala cómo recuperar su población.

La ponencia del doctor Daniel Pauly,investigador principal de la iniciativa Sea AroundUs de la Universidad de Columbia Británica (Vancouver, Canadá), ha tocado muchos temas importantes y, sobre todo, ha expuesto cuáles son para él las medidas que debemos llevar a cabo para recuperar las poblaciones de peces. Podría decirse que ciencia y voluntad política deberían ir de la mano para lograr esos objetivos, pero de su ponencia se desprende que hará falta mucho más.

Y es que, comenzando por el final de su ponencia, Pauly ha señalado cuáles son a su juicio las tres medidas para controlar el crecimiento de la población de peces. La primera de ellas es no subvencionar la industria pesquera, porque, según sus palabras, “si no puede hacer negocio por sí misma, será porque está sobreexplotada”. En segundo lugar, “hay que ser conservadores con las cuotas que permiten reconstruir la biomasa”. Por último, hay que aumentar las reservas marinas para proteger y reconstruir la diversidad marina. Según sus palabras, se ha demostrado que las tres medidas funcionan.

Eso sí, ello no significa que no queden retos por delante y, en ese sentido, Pauly sí es bastante más pesimista. Uno de esos desafíos son “los plásticos, los malditos plásticos. Está claro que su solución está en la producción, no en el reciclaje. Debemos lograr la reducción de su producción”. Además, otro reto, quizás en el que todo se resume, es el calentamiento global y, en este sentido, el experto no ha podido ser más gráfico: “Hay menos oxígeno en el agua que en la cima del monte Everest”. Por ello, “los peces tienen poco oxígeno en el agua para respirar y si aumenta la temperatura tendrán menos”. Este hecho va directamente relacionado con su tasa metabólica, que depende de la temperatura del agua, pero también lo hacen sus movimientos migratorios. De hecho, según Pauly, los peces son cada vez más pequeños porque tienen problemas para respirar, algo que no es baladí si tenemos en cuenta que un atún de 50 cm puede pesar un kilo, peroel que mide 100 cm, pesará 8 kilos.

En resumen, “todo depende exclusivamente de la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero”.Pauly no sabe “si lo lograremos o no a tiempo, pero nos comportamos como una especie invasora, como las cucarachas o las ratas. Siempre hemos querido más y les hemos echado también del agua a los propios peces”. Por ello, “tenemos que abandonar esa tendencia, ese es el mayor reto”.

Recorrido histórico

Antes de llegar a estas conclusiones, el experto ha realizado un recorrido histórico que comenzaba hace 600 millones de años, con las esponjas, y que se detenía hace unos 150.000 años, cuando “el diálogo y el trabajo en común nos permitieron pasar de presa a depredador.Somos una especie agresiva que debemos saber con quién seremos buenos y con quién malos”. Así, surgieron herramientas complejas que se utilizaron como armas, pero también sucedió que en cada lugar donde llegaron, los seres humanos acabaron con la fauna: “En Europa y América fueron verdaderas masacres”.

Centrándose en el mundo acuático, ha señalado que “los ríos de agua dulce estaban contaminados, por lo que hacia el año 1000 en Europa se extendió la pesca.La pesca de bacalao comenzó en 1500 y todos los veranos los barcos europeos pescaban hasta 200.000 toneladas, pero pronto aprendieron a hacer trampas para pescar más”. Al respecto, ha dejado dos reflexiones. Por un lado, que “la expansión hacia el mar está acabando con los peces” y, por otro, que “estamos rascando el fondo del mar, literalmente”.

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